Acompañar a nuestros mayores

Todas las situaciones que vivimos, da igual el ámbito que sea, nos provocan una serie de emociones. Y cuando estas situaciones se refieren a la familia, suelen generar emociones muy intensas. 

El cuidado de las personas mayores, abuel@s, madres/padres, es uno de los cuidados que más pueden afectarnos emocionalmente. 

Las personas cuidadoras son, además, un colectivo que no se cuida mucho, valga la redundancia. Es un colectivo mayoritariamente femenino, en el que la mujer de la familia se encarga de su padre/madre, de los de su pareja, de l@s abuel@s, incluso tías o tíos. 

Además, se encarga de l@s hij@s, de la casa, de la pareja… 

Todos estos cuidados no suelen ser reconocidos, y por supuesto, no son remunerados, a pesar de la carga física, emocional y psicológica que conllevan.

También hay personas que trabajan cuidando a nuestr@s mayores, ya sea en residencias, como internas, por horas, de noche.

 

Hay personas que me escriben diciendo que les da tristeza ver estas situaciones de cuidados en residencias, con auxiliares, con acompañantes. Que se está perdiendo el amor hacia nuestros mayores, el respeto. Y en esta reflexión, querría plantear algunas preguntas, por si hubiera más personas que se sienten así.

 

¿Cómo podríamos saber si es mejor que les cuide un familiar o si es mejor que estén con otra persona externa a la familia, o en una residencia? 

Entiendo que estas personas que se sienten tristes con esta situación, porque piensan que es mejor que estén en su casa, con su familia. 

Pero, ¿cómo saber si ésa es la situación óptima para todas las personas mayores, y para todas las familias? 

Quizá una persona mayor en una residencia está más acompañada que otra que esté con su familia, cuando la familia no puede atenderla bien, o está fuera todo el día y esa persona mayor está completamente aislada en una casa vacía.

O no tienen tiempo para atenderlas en sus necesidades, que por ser una persona mayor, no son las mismas que las del resto de las generaciones de la familia.

 

Es un tema complejo, porque habrá ancian@s que estén sol@s a los que su familia no está haciendo caso. Y claro, lo vemos desde fuera, y no podemos saber si están mejor con su familia o no. 

 

Si sabemos o creemos que la familia ha dejado de lado a la persona mayor, o que está sola, porque no tiene familia, podemos gestionar esa tristeza, ira, frustración, dolor que nos causa la situación. Respirar y soltar esas emociones puede ser el primer paso. 

Además, podemos ver si hay algo nuestro que esté “resonando” con esa situación. Por ejemplo, puedo ver esa situación y sentir tristeza o angustia porque puedo estar preguntándome inconscientemente qué va a pasar conmigo si es que llego a esa situación, si alguien va a poder cuidarme, o si voy a tener que irme a una residencia. 

Y, una vez que lo hago consciente, puedo empezar a gestionarlo, y así no voy acumulando esas emociones. De esa forma puedo empezar a ver estas situaciones, en el aquí y en el ahora, en el presente, con compasión, con amor, con calma…

 

Para terminar, quiero enviar un abrazo muy fuerte a todas esa personas cuidadoras, realizan un trabajo muy poco reconocido, y quisiera dejar aquí constancia de mi apoyo y reconocimiento.

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