Ocuparse vs Preocuparse

Cuando nos preocupamos, solemos dar vueltas y más vueltas en la cabeza a todas las alternativas que se nos ocurren, o que encontramos en internet, y normalmente no encontramos la solución “ideal”, una solución que nos convenza y que digamos sin dudar: “ésta es la que me sirve”.

Cuando nos preocupamos, sentimos miedo, miedo en forma de amenaza, de riesgo. Normalmente no podemos dormir o descansar bien, no podemos pensar en otras cosas. 

Entramos en un círculo vicioso, que nos impulsa a sentir que ninguna posibilidad de solución es adecuada y eso provoca que no podamos tomar una decisión.  

También tenemos la tendencia de pensar que “no depende de mi” o “la culpa la tiene fulanito o menganita”. Es decir, ponemos el foco de atención fuera, no nos hacemos responsables, nos quejamos, nos victimizamos.

¿Y cuándo nos ocupamos? Nos ocupamos cuando sentimos que tenemos alguna solución, cuando desarrollamos un plan de acción a raíz de esa solución. 

Sentimos que estamos haciendo todo lo posible para resolver la situación, o para lograr lo que queremos. Y eso hace que podamos descansar, porque estamos trabajando en esa solución.

 

¿Qué sientes cuando estás preocupad@? ¿Y qué sientes cuando estás ocupad@? ¿Encuentras alguna diferencia?

Generalmente la preocupación genera angustia, miedo, desesperanza. Estas emociones suelen llevar a la parálisis, o a acciones sin cabeza, desproporcionadas o fuera de un marco sensato.

Y cuando nos ocupamos sentimos una energía de resolución, de afrontación, de capacidad, podemos llegar a ver lo que sucede como un reto. 

Y todo ello genera acción con sentido, acción con un propósito, con un valor.

 

Así que, ahora, puedes tener la opción de elegir entre ocuparte y preocuparte. En algunas ocasiones podrás ocuparte, en otras podrás preocuparte y no podrás salir de ahí, y en otras, podrás pasar de la preocupación a la ocupación, consiguiendo más balance y equilibrio, más descanso.

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