Comunicación empática

La comunicación es la habilidad que tenemos y que podemos desarrollar para transmitir información, emociones e ideas mediante palabras y gestos.

Resulta cuando menos llamativo la cantidad de medios que tenemos para transmitir y recibir mensajes, pero todos estos medios no resuelven los problemas de comunicación que solemos tener entre las personas.

¿Por qué resulta tan difícil conectar con los demás y existen confusiones y conflictos a causa de la comunicación? Porque cada ser humano interpreta lo que le ocurre de una forma determinada y según sus propios filtros, sistema de creencias y experiencias.

Todas tus experiencias y la forma de gestionar y entender tus emociones (tus miedos, inseguridades, culpas, anhelos, etc.) te ha hecho ver la vida de una forma concreta, y eso influye en tu comunicación. Al tratar de conectar con otra persona, cada cual puede darle un sentido muy diferente a lo que decimos, de tal forma que nos resulta muy difícil conectar.

Además, los mensajes de texto, los whatsapp, los correos, no nos transmiten entonaciones, no nos llega el lenguaje no verbal (tienes otra publicación en el blog sobre ella) y por ello podemos llegar a perdernos el 55% de la comunicación en determinadas circunstancias.

No tod@s sabemos comunicarnos. A veces pasa que un profesor o profesora sabe mucho de su materia, pero no la sabe transmitir. 

¿A qué nos lleva no poder comunicarnos? En la parcela personal, nos lleva a sentirnos aislados, a vivir con discusiones, a no poder expresarnos, a tener muchas dificultades para decir no y establecer nuestros límites, etc..

En la parcela profesional surgen problemas de organización, poca productividad y conflictos, debido a una comunicación poco transparente que tapa conflictos que no han sido gestionados.

Para una buena comunicación no basta con saber qué quiero decir, sino también a quién se lo quiero decir, y cómo se lo quiero decir. Desarrollar nuestra empatía, nuestra capacidad de “sintonizar con la otra persona” genera confianza y permite la expresión y el entendimiento, generando lazos personales más poderosos y profundos. Generalmente comienza cuando sabemos “escuchar”. 

Así que tenemos, por un lado, la escucha activa. Se trata de escuchar al otro de tal forma que no le juzgas ni interpretas o valoras, sino que realmente entiendes su punto de vista y lo respetas como su visión personal (la cual no pretendes cambiar ni luchar contra ella). Lo contrario es hacer juicios de valor, y este es uno de nuestros problemas de comunicación más habituales. Esto, que puede resultar tan sencillo, es lo que más difícil nos resulta.

Por otro lado, se trata de ser flexible, en dos direcciones: una, abriéndote a que quizá no hay sólo una verdad, por lo que sería muy conveniente tener muy presente no querer tener la razón. Y otra, adaptándote a la otra persona, observando su forma de comunicarse y, con respeto, acercarte a esa forma de comunicación.

Cuando nos comunicamos empáticamente mejoran nuestras relaciones personales, tenemos menos estrés a la hora de entendernos con otras personas y nos desarrollamos personalmente, aprendiendo a no tener juicios y a acercarnos sin barreras a l@s demás.

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