No es lo mismo saber que tomar conciencia.
Saber sabemos muchas cosas, mentalmente lo tenemos todo claro. Pero una cosa es saber y otra cosa es tomar conciencia. Cuando tomamos conciencia de algo, pasa a estar en otro lugar en nuestro interior. Es como si se integrara y lo supiéramos a un nivel más profundo.
Por ejemplo, podemos saber que comer mucho azúcar puede tener múltiples consecuencias, como por ejemplo, las caries en los dientes, la propensión a la diabetes, etc. Pero aún así, no lo dejamos, seguimos comiendo azúcar.
Sin embargo, cuando realmente tomamos conciencia de ello (puede ser por una enfermedad, por algún problema que nos surja), ahí cambia nuestra percepción, nuestra actitud y nuestro comportamiento.
Porque se integra a un nivel más profundo y ahí se produce un click que nos ayuda a hacer el cambio.
Esto tampoco es tan matemático, por ejemplo, he conocido personas que, a pesar de tener un riesgo muy grande de tener un infarto, siguieron fumando….
Así que sí, sabemos muchas cosas, pero eso no significa que tengamos conciencia de ellas.
A raíz de esto, y si te apetece, puedes tomarte unos minutos para pensar sobre qué temas tienes conciencia, y sobre qué temas sabes.
Y, sobre los temas de los que sabes, de qué manera puedes cambiar a tener conciencia sobre ellos.
Y sobre los temas sobre los que tienes conciencia, cómo tomaste conciencia de ellos.
A veces puedes darte cuenta de si tienes patrones de aprendizaje. Y esos patrones pueden darte información sobre cómo hacer esa toma de conciencia con los temas sobre los que sabes, y hacer el cambio (si es lo que quieres).
Esto no significa que vaya a ser automático, o fácil, o placentero.
Significa que te das el tiempo y el espacio para cambiar,
significa que piensas o sientes que te sentaría bien el cambio.
significa que eres consciente de que quieres hacerlo,
significa que quieres ir más allá de la intención de hacerlo.
Y todo ello te pone en marcha.
Si te animas y no sabes cómo empezar, puedes probar con un proceso de coaching.
