Durante unas semanas acompañé a Elena (nombre ficticio).
Su objetivo era ser más coherente en su trato con sus hij@s. Quería hablar con ell@s tranquilamente, explicarles las cosas con calma. Sentía que las prisas diarias y los “tengo que” no le permitían pararse y dedicarles el tiempo que requerían las diferentes situaciones que iban viviendo. Y por eso se sentía incoherente, se sentía culpable y triste por no hacerlo.
En esas semanas se dio cuenta de qué estaba priorizando y para qué. Entendió su forma de actuar, la aceptó y, desde ahí comenzó a ir hacia donde quería, hacia donde anhelaba estar con sus hij@s.
No sólo mejoró la relación con sus hij@s, también con sus padres y con su pareja.